lunes, 21 de septiembre de 2009

Siete maneras de matar a Laura

He de hacerlo. No sé por qué, no me ha hecho nada, no la odio, pero debo matar a Laura. No será difícil. Puedo atropellarla cuando salga del trabajo. Sí, sí, eso es. Atropellarla y darme a la fuga. No, no puede ser. Me cogerán. Siempre hay atasco, y los rollos esos de la pintura del coche y esas cosas me incriminarían. No. No puedo hacer eso, pero debo hacer algo. Debo matarla. Puedo ir a verla y tirarla por la ventana de su propio piso. No, es muy bajo. Insulina, eso es. Puedo comprar insulina e inyectársela, provocarle un bajón de azúcar mortal. Y la insulina la produce el cuerpo, sí, sí, eso es, la mataré con insulina. Pero tengo que comprarla. Y recordarán que la compré. Y no soy diabético. Me cogerán. No, no, eso no me vale. Puedo ir a la barriada y contratar a alguien. No, demasiado sucio, demasiados cabos sueltos. He de hacer algo, tengo que encontrar una solución. Sí, una solución. Algo disuelto. Algo en su bebida. Heroína. Una sobredosis de heroína en su cerveza. Comprarla no será problema, los camellos hablan poco, y hay muchos. Ponerla. Ponérsela. Si voy a su piso alguien me puede ver ir. Y en un bar puede que no tenga la oportunidad. Demasiado complicado. Es una buena idea, pero investigarán quién ha sido y como no es consumidora, la relacionarán conmigo. Me encontrarán. No, eso no me vale. Pero he de matarla. Debe morir. Sí, sí, eso es, puedo apuñalarla en la calle y huir con su bolso. Pensarán que se trata de un atraco. Eso. En la calle de detrás de su casa, sí. La mataré allí, con mis propias manos. ¿Y si me cogen? Si alguien me ve con sangre en la manos estoy listo. No, no. Eso tampoco me vale. Necesito algo ya, y que sea seguro. Quizá... sí, ya lo tengo. Eso es. Asaltarla y violarla en el camino a casa. Violarla salvajemente, con un condón para que no puedan cogerme el ADN, y luego degollarla. No tendrán ninguna prueba contra mí, dejaré allí mismo el cuchillo y la ropa manchada de sangre. No, no, no, maldita sea eso tampoco funcionará, si me araña sin que me de cuenta me cogerán por las uñas. Otra cosa, necesito otra cosa. Sí, sí ya lo tengo, esta es infalible...

La cerradura de la puerta del piso sonó, alguien estaba entrando al apartamento de pareja.
-Hola Luis, ya estoy en casa.
-Hola amor.
-¿Qué haces ahí sentado?
-Nada, simplemente pensando. ¿Te ayudo con la compra?
-Va, ya lo guardo yo, no es nada.

Luis se levantó y se acercó a Laura, y le dió un beso.
-Te quiero.
-Y yo a tí.
-No sé lo que haría si te perdiese.

Algo se había esfumado de su cabeza al ver de nuevo a su querida esposa, pero quizá al día siguiente volvería a ocurrir lo mismo, exactamente igual, y a no tener consecuencias, exactamente igual.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La historia es un poco macabra, pero la verdad me ha llamado la atencion y me gustaria saber como sigue, si es que hay continuacion.
buen trabajo :)

Envite dijo...

No hay continuación, lo siento. Esa es la gracia de la historia: que nada cambia nunca, a pesar de todo lo que pensamos que puede cambiar.