sábado, 27 de diciembre de 2008

TC

-Lo han hecho. Al final lo han hecho.

Este único pensamiento ocupaba su cabeza mientras sobrevolaba la ciudad.

-No puedo creer que lo hayan hecho.

Mientras miraba por la ventanilla, veía la ciudad triste, gris, sin vida. No quedaba nada bajo las alas del avión sino muerte. Los parques ya no tenían niños. Los bares ya no tenían parroquianos. Los estadios ya no tenían multitudes. Las farolas ya no tenían putas, ni clientes.

Al final, aquel monstruoso invento había sido usado. Comités científicos lo habían advertido. El TC era peligroso. Debía prohibirse su uso, incluso en pruebas. Algunos protestaron, incluso violentamente, como con Mururoa.

No sirvió de nada. Los que ya habían sido seducidos por el TC votaron a bloque en las siguientes elecciones. Ya no se pudo hacer nada. La dictadura de los corderos había hablado, votando por degollarse a sí misma.

Aquél era el último vuelo.

El Televisor Cerebral había triunfado, y todas las familias, ahora por Ley, estaban enchufados en el sofá viendo en el canal único Gran Hermano 27.

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