sábado, 13 de septiembre de 2008

La noche antes...

La roca se hace perceptible, como llegando lejana, o acercándome lentamente a ella. Atrás queda ya ese mundo perdido de sueños e historias perdidas en los entresijos de mi mente. Se desdibuja hasta no ser más que una amalgama de recuerdos... pero la roca vuelve a estar bajo mi tacto. Bajo tierra, viviendo entre las rocas, la vista ayuda muy poco, el sentido principal es el más extendido en mi tatuado cuerpo: la piel. 
Bajo tierra, tanto por tradición como por obligación. Nuestros viejos decían que los dioses nos obligaron a vivir bajo tierra, nos llevaron a un rocoso planeta para vivir así. La guerra contra los Obun no pareció ser de su agrado, pero estoy seguro que si los obligaron a irse, fue porque si no hubiésemos acabado con ellos, ya que no hay mejores guerreros que los de mi pueblo. Pero ahora también es necesidad... llegaron los humanos... corrompieron familias, se aprovecharon de nuestras disputas, y nos dominaron. Pocos somos ya los que quedamos viviendo como dictan las tradiciones.
Hoy es mi primera incursión, vamos a la aldea... a retomar nuestro nombre, empezar nuevamente con la guerra. Ahora ya si estamos preparados, ya los conocemos... ya no nos volverán a engañar, esta vez no. 
Me da que escribo tanto en este diario, por el nerviosismo, esto hace décadas que no se hace, quizá siglos... piensan que ya todos somos civilizados, que las viejas tradiciones se perdieron... esos civilizados no entenderían ni el significado de un tatuaje.
Bertle ha estado observando por las noches, parecen no tener apenas defensas... es mi prueba, estaré solo, demostraré que tal guerrero soy. Comentó algo raro, como si la gente estuviese especialmente nerviosa, como si presintiesen algo de lo que va a pasar...

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